miércoles, 12 de marzo de 2014

Glaucoma: la enfermedad sileciosa

En la entrada de hoy querría hablaros de esta enfermedad de la que tanto hablamos los ópticos-optometristas y los oftalmólogos: el glaucoma. Es una enfermedad que principalmente se caracteriza por un aumento de la presión intraocular, afectando a los nervios retinianos y que paulatinamente va suponiendo la pérdida de éstos, provocando una pérdida de campo visual, pudiendo llegar a la ceguera.

Explicado de otro modo y más sencillo. Imaginemos un globo, el cual vamos inflando poco a poco; conforme vamos insuflando aire, la presión existente dentro va aumentando. Esto ocurre dentro del ojo, pero en lugar de con aire, con un líquido que se produce en el interior del globo ocular llamado humor acuoso. En realidad, éste líquido se está formando constantemente, y se va filtrando por otra zona del interior del globo ocular llamada ángulo iridocorneal, en la que se encuentra la red trabecular. Cuando este ángulo se va cerrando, el paso del humor acuoso se hace más dificil, con lo que se filtra menos y aumenta la presión ocular, provocando el llamado glaucoma de ángulo cerrado. En muchas ocasiones la subida de la presión intraocular es rápida y va acompañada de dolor, náuseas, vómitos, dilatación de la pupila (midriasis), enrojecimiento ocular (ojo rojo) y pérdida de agudeza visual. Este tipo de glaucoma hay que tratarlo rápidamente ya que puede provocar secuelas irreparables.

Luego existe otro tipo de glaucoma llamado de ángulo abierto. En este caso, el ángulo iridocorneal es normal, pero la red trabecular se encuentra obstruida por inflamación de las partes anexas o por acumulación de células; o también provocado por la expansión del cristalino debido a una catarata, obstruyendo así la salida del humor acuoso; o por la formación de vasos sanguíneos, debido a una diabetes o a otro tipo de enfermedades; o simplemente existe glaucoma sin apariencia que lo provoque. En todo caso, este tipo es mucho más lento y silencioso, y es el más abundante. Principalmente suele aparecer a partir de los 45 años, y al no tener síntomas, pasa desapercibido para la población. Cuando la población comienza a notar esta enfermedad es cuando ya se ha perdido aproximadamente el 50% del campo visual, quedando lo que comúnmente denominamos visión en túnel. 

Se calcula que entre el 1% y el 2,5% de la población padecen glaucoma. En España, existen aproximadamente 1.000.000 de personas que padecen esta afección, y se calcula que la mitad no es consciente de ello. Las consecuencias de no tratar la enfermedad son nefastas, ya que pierden un campo visual importante, reduciendo actividades que hasta ese momento podían realizar sin ningún problema, como conducir. De ahí la importancia de controlar la presión intraocular a partir de ciertas edades.

Para la detección del glaucoma, existen unos aparatos llamados tonómetros. Los hay de varios tipos, pero los principales son:

  • de aire o no contacto: se basa en el sistema de reflexión en la córnea. Se proyecta una imagen en ella, y al "soplar" aire con una fuerza suficiente, se mide la deformación de esa imagen debido a la deformación que sufre la córnea por la fuerza que ejerce el aire sobre ella. Son bastantes exactos.
  • de contacto o de Goldman: en este caso, la aplanación se produce por un contacto directo sobre la córnea, y según se observen las miras, se ajusta una fuerza y se consigue sacar la presión intraocular. Es el sistema de mayor precisión, aunque necesita la instilación de colirios antestésicos, debido a la sensibilidad corneal.
El tratamiento del glaucoma suele ser con colirios, que inhiben la secreción de humor acuoso e impidiendo la subida de la presión intraocular, como el timolol, o dilatando la red trabecular aumentando el flujo de humor acuoso, como el latanoprost. Ambos colirios deben ser siempre indicados por el oftalmólogo.